TOLOÑO, MONTE Y MONASTERIO
Una vez en el puerto, hay un pequeño parking donde aparcamos el coche y caminando unos 100 metros en dirección carretera Peñacerrada nos encontraremos una pista forestal que se adentra en la montaña (Ojo, cerca del parking hay una primera pista pero esta no hay que tomar). Seguimos esa pista y después de una hora de camino llegamos a las praderas de ortada donde los imponentes macizos de piedra del Toloño nos reciben, en esta ocasión, con algo de nieve en la cima.
Paseando por estas praderas, donde suele haber caballos y vacas, encontramos la fuente de Zapiturri, de donde tirando hacia la izquierda, podremos tomar alguno de los muchos caminos que suben a la cima del Toloño. Habrá un momento que llegaremos al lugar donde los monjes Jerónimos decidieron construir el Santuario de Nuestra Señora de Toloño, el cual actualmente se encuentra en ruinas. Estaremos de nuevo en otras praderas de donde culminaremos, ahora sí, la ascensión al Toloño donde se encuentra el buzón. En esta ocasión, debido a la nevada, nos tuvimos que contentar con quedarnos en la zona del monasterio y no pudimos contemplar en su totalidad las maravillosas vistas de La Rioja Alavesa y La Rioja que se tienen desde este alto. Menos mal que mi padre se conocía el camino, ya que nevaba bastante fuerte y con la niebla que había yo dudo que hubiese podido volver.
En cuanto al monasterio, no deja de ser curioso que se erigiese en tan curioso lugar, a unos 1.000 metro de altura sobre el nivel del mar y tan aislado de las poblaciones más cercanas. Muchas de las pistas forestales de esta maravillosa sierra son antiguas calzadas romanas que pico y pala en mano, los romanos construyeron a través de grandes moles de piedra. Estas calzadas que han sobrevivido a los años, pueden ser las que llevaron a los monjes Jerónimos en el siglo XIV a establecerse en lo alto del Toloño. El monasterio fue de estilo gótico y aún hoy en día es posible ver varios de los arcos ojivales que formaban los muros del templo.
Es curioso pasear y encontrarte en el suelo piedras que a antaño formaron parte de los frisos o arcos del monasterio. Estos monjes también se establecieron en la localidad de Labastida donde tenían una granja, la Granja de Remelluri, donde realizaban labores de labranza. En el siglo XV los monjes abandonaron el monasterio aunque gracias a ermitaños, se mantiene en pie hasta el siglo XIX que es destrozado por las guerras carlistas. El conocer esta información y haber visto el lugar donde se erigió en monasterio, me hace preguntarme que llevaría a estos monjes a construir un monasterio en un lugar tan aislado y extremo, de tan difícil acceso y tan alejado de las poblaciones. Quizás la meditación, quizás el miedo a otra invasión musulmana... es algo que permanecerá enterrado entre las ruinas de este encantado lugar.
4 comentarios:
Muy bonito relato Ra!! Gracias a tus palabras he podido conocer este bonito lugar.
Besos!!
*Bea!*
La verdad es que los monjes tenían buen gusto para elegir parajes insólitos donde asentarse. Y sin duda lo que les llevaba a ellos era el aislamiento de la vida, del resto de la sociedad. Lástima que la nieve no os dejara subir. Habría sido bonito ver las vistas, sin duda. Otra vez será. Besos.
El relato es bueno, pero hay un par de fotos que no tienen desperdicio.
Un excelente lugar, me ha gustado mucho que hayas hablado de esta salida con tu padre.
Las fotos nos recrean ese magnifico paisaje.
Seguramente el Monasterio quedaba retirado para contar con la suficiente tranquilidad que no se encuentra en la ciudad.
Saludos
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